Peter Thiel sabe bien de qué va el éxito y cómo desarrollar negocios totalmente disruptivos. Lo sabe por su propia experiencia como fundador de Paypal y Palantir Technologies, y por haber participado como inversor en cientos de startups, algunas tan conocidas como Facebook, Yelp o SpaceX.
Por eso en su libro De Cero a Uno (Ed. Gestión 2000) defiende la idea de que los próximos negocios rompedores no se basarán en la imitación, es decir, en copiar algo que ya existe, sino en crear algo que hasta ahora no ha existido, como hicieron en su día Bill Gates, Steve Jobs, Larry Page o Mark Zuckerberg. Las mejores prácticas sobre algo en realidad no son tal, sino que lo ideal es explorar caminos nuevos y poco transitados.
Hoy vamos a hablaros de este libro y extraer sus ideas principales que pueden ayudar a los emprendedores a pensar en nuevos modelos de negocio disruptivos y de éxito. Un libro que habla sobre management, nuevos mercados y las oportunidades que éstos ofrecen.
Aunque, como señala su autor, en realidad no hay fórmulas que se puedan enseñar para ser innovador. El único patrón entre las mentes que crean grandes ideas de negocio es que son capaces de encontrar valor en los lugares más insospechados.
Índice de contenidos
Progreso horizontal vs Progreso vertical
En el primer capítulo del libro Peter Thiel habla sobre el desafío del futuro, un futuro que se encuentra tan cercano o lejano como el tiempo en que el mundo tarde en cambiar, algo muy ligado a la noción de progreso.
Ese progreso para el autor puede ir en dos direcciones, horizontal o verticalmente. El progreso horizontal o extensivo consiste en copiar o imitar cosas que ya funcionan, es decir, ir de 1 (algo que ya existe y de lo que se parte) a n. Es fácil de imaginar dado que se basa en algo que ya conocemos. Por ejemplo, todas las redes sociales que han aparecido tras el boom de Facebook y que plantean un modelo similar. Es algo asociado a la globalización.
En cambio, el progreso vertical o intensivo implica hacer algo que nadie ha hecho antes, ir de 0 a 1. La tecnología tiene mucho que ver en este tipo de creaciones, ya que las posibilita. Pensemos por ejemplo en las grandes empresas tecnológicas que han surgido en los últimos años, como Apple, Tesla o Google. Hoy en día son gigantes, pero sus creadores en su momento fueron totalmente disruptivos, inventándose un concepto de empresa que no existía hasta ese momento.
El optimismo tecnológico de los 90
Thiel resume también los comienzos de las grandes startups tecnológicas en los años 90, en pleno auge de Silicon Valley, del cual él mismo fue participe en los inicios de Paypal.
Tras unos años de pujanza y la aparición de numerosas empresas llegó el colapso de las puntocom con el cambio de milenio, y de ahí cuenta el autor que muchos extrajeron valiosos aprendizajes para el futuro, aunque también el estallido de la burbuja provocó que la globalización se impusiera a la tecnología como la esperanza del futuro.
Esos aprendizajes fueron que los progresos son mejores si se producen de manera gradual, huyendo de las visiones excesivamente pretenciosas, que las compañías deben tener un punto de “no planificación” y ser ágiles al cambio, que es mejor empezar en mercados donde el producto ya existe y que hay que centrarse en el producto antes que en las ventas.
Sin embargo, el autor piensa que precisamente esos dogmas o aprendizajes derivados del estallido de la burbuja de las puntocom y que están aún vigentes han de ser superados para construir una nueva generación de startups exitosas basadas en la tecnología.
La felicidad del monopolio
Hay empresas que por resolver un problema único logran hacerse con el monopolio y escapar de la competencia, que provoca que en la mayoría de los casos las organizaciones no puedan preocuparse sino por sus márgenes, dejando de lado otras dimensiones importantes para el negocio, como por ejemplo el bienestar de sus trabajadores.
A veces la competencia en sí, según Thiel, es contraproducente, pues impide a las empresas centrarse en su verdadero foco, que es el mercado, y gastar sus recursos en una guerra contra el rival que a la larga le resulta perjudicial. Como ejemplos pone el caso de Microsoft y Google, que aún con productos distintos se convirtieron en rivales, lo que propició que durante un tiempo Apple los superara a ambos.
Los monopolios tecnológicos de los que habla el autor, que parten de una idea rompedora en el momento justo, suelen compartir algunas características comunes: tecnología propia que hace que el producto sea difícil de copiar, efectos de red que hacen que cuanto más se usan sus productos más útiles son a los usuarios, economías de escala que hacen que cuanto más crezcan más fuerte sean y una marca poderosa que los usuarios reconocen con facilidad.
El futuro no solo una cuestión de azar
Para el autor, aquellos que tienen una visión definida del futuro determinan qué pueden hacer mejor y lo hacen. En relación a esto, define cuatro grandes bloques de visión: el pesimismo indefinido (culturas que tienen un mito de decadencia a partir de una época dorada, como la europea), pesimismo definido (creen en un futuro sombrío para el que hay que prepararse, como la china), optimismo definido (aquella visión en la que el futuro será mejor si se trabaja y se prepara, como en la américa de mediados del siglo XX) y optimismo indefinido (creencia que el futuro será mejor, pero ningún plan concreto por que no se sabe de qué manera, sería la cultura americana actual)
Lo ideal es volver a desarrollar una cultura de optimismo definido, en la que la tiranía del azar sea rechazada.
Creando lo nuevo: la inversión en startups tecnológicas
Para crear todas estas empresas innovadoras y únicas, es necesario que los fondos de inversión se fijen en ellas cuando están dando sus primeros pasos. Según la experiencia del autor, la mejor inversión en un fondo de éxito iguala o supera la suma de los demás fondos, como le sucedió a él con Facebook o Palantir.
Por eso una de las recomendaciones que da a los inversores es que se planteen invertir tan solo en aquellas startups que tengan el potencial de recuperar el valor del fondo completo, ya que en realidad la mayoría de las inversiones en carteras de fondos están abocadas al fracaso.
El secreto del éxito
Peter Thiel reflexiona también sobre cuál es la clave para dar con esa idea de compañía valiosa que aún no ha sido creada. Para él, la clave está en buscar secretos, es decir, algo importante y desconocido, difícil de hacer, pero factible al mismo tiempo.
Hay 4 tendencias que han influido en la visión que se tiene de estos “secretos” a los que Thiel hace referencia. En primer lugar, el “incrementalismo” que determina que si hacemos lo que se espera de nosotros recibiremos recompensas, pero si hacemos más no recibiremos nada extra. En segundo lugar está la aversión al riesgo, que provoca el rechazo a esos secretos que no han sido examinados por la sociedad convencional. En tercer lugar está la complacencia que evita la búsqueda de nuevas ideas, especialmente entre las élites sociales. Y por último lo que Thiel llama la “lisura”, que hace que todo el entorno se perciba como algo plano, disuadiendo a las personas de buscar algo único y excepcional.
El único secreto es, por tanto, ser implacable en la búsqueda de las ideas rompedoras. No porque algo no se haya creado significa que no puede ser realizado.
Las relaciones laborales
Es extremadamente importante arrancar un nuevo negocio de manera ordenada, y tratar de rodearse de personas motivadas no solo por un salario o unos incentivos, sino por un verdadero espíritu de contribución a hacer de la organización algo único.
En ese sentido, Thiel reclama también que los procesos de contratación deberían estar integrados en la propia estructura de la empresa, ya que se trata de una competencia clave para cualquier compañía.
Y a la hora de ofrecer retribuciones, el creador de PayPal recomienda a las startups ofrecer a sus empleados la posibilidad de participar en el accionariado de la empresa, a fin de que verdaderamente luchen a largo plazo por su desarrollo.
Respecto a la preocupación que pueden tener los trabajadores, especialmente en un entorno de startups tecnológicas, de que sus puestos de trabajo puedan ser ocupados por sistemas de inteligencia artificial, Thiel afirma que esto sería más bien una preocupación para el próximo siglo, y que en cualquier caso no debe ser óbice para hacer planes que se definan en la actualidad.
¿Cuáles son las claves?
Para Thiel, hay 7 cuestiones fundamentales que cualquiera que se esté planteando montar una empresa debe considerar:
- Ingeniería – ¿Puedes crear tecnología punta en lugar de mejoras incrementales?
- Tiempo – ¿Es el momento adecuado para la empresa?
- Monopolio – ¿Con qué cuota de mercado empiezas?
- Personas – ¿Tienes el equipo que necesitas?
- Distribución – ¿Puedes distribuir tu producto?
- Durabilidad – ¿Puedes defender tu posición en el mercado en diez y veinte años?
- Secreto – ¿Has identificado una oportunidad única que el resto no ve?
Un ejemplo de cumplimiento de estas cuestiones es Tesla, empresa que apareció en el momento justo, con una tecnología superior, se hizo con un mercado en el que no tiene apenas competencia (el de los turismos eléctricos de lujo), tiene un equipo de primera y una cadena de distribución propia, una marca reconocible y la respuesta a uno de esos “secretos” a los que Thiel hacía referencia: el interés en las tecnologías limpias que supo ver y explotar antes que nadie.
En conclusión, que como afirma Peter Thiel nadie sabe qué nos deparará el futuro, pero está claro que éste no acontecerá por sí solo, hay que trabajarlo desde hoy, encontrando la manera de crear cosas nuevas que nos hagan pasar de 0 a 1.
De Cero a Uno, un libro altamente recomendable para comprender el espíritu que ha hecho posible las grandes empresas tecnológicas que, como Google, Apple, SpaceX o Facebook, hoy dominan en el mundo. Y también para entender las claves que pueden dar lugar a la aparición hoy de empresas que compitan con las anteriormente citadas.