Existen distintas formas de estructurar el design thinking para llevarlo a la práctica. Nosotros tomaremos…
Cualquier profesional sabe, independientemente del sector en que trabaje, que en el día a día de una empresa surgen constantemente situaciones inesperadas a las que hay que hacer frente y superar para que la organización pueda lograr sus objetivos.
Enfrentarse a problemas nuevos y solucionarlos de una forma solvente puede ser un auténtico quebradero de cabeza para los responsables de las compañías, y en muchas ocasiones no hay una respuesta preestablecida.
Por suerte existen herramientas que ayudan a los profesionales a enfrentar y resolver estos problemas de manera creativa y, sobre todo, eficiente. El design thinking es uno de ellos, y con este iniciamos una serie de artículos en las que os contaremos en qué consiste y cuáles son las fases con que cuenta. ¿Empezamos?
¿Qué es el design thinking?
El design thinking es una metodología innovadora que ayuda a empresas y profesionales a alcanzar resultados extraordinarios. Consiste en una serie de protocolos enfocados a la resolución de problemas y el descubrimiento de nuevas oportunidades a la hora de enfrentarse a cualquier reto laboral.
Se desarrolló en los años 70’ del siglo XX en la Universidad de Stanford (California, EEUU), y hace referencia al proceso de pensamiento que siguen los diseñadores a la hora de enfrentarse a un problema, pero que se puede extrapolar a diversas situaciones del entorno laboral.
El proceso de design thinking se estructura en torno a tres grandes pilares:
- El trabajo colaborativo: Para poder desarrollar las técnicas del design thinking es indispensable la implicación de todo el equipo, ya que su capacidad de aportar soluciones es directamente proporcional a la riqueza que aportan los empleados al aplicar distintos puntos de vista y enfoques frente a un mismo problema.
- La empatía: Usar la empatía para plantear soluciones a los problemas es una buena idea no sólo en ámbitos laborales, sino en cualquier situación de la vida. Pero para poder sacarle todo el partido al design thinking es vital aplicarla para comprender al cliente y al resto de actores que influyen en cualquier negocio, y poder dar con soluciones válidas a los problemas que surgen en todo proyecto.
- Diseño de prototipos: Es el método de validación de las soluciones planteadas, ya que antes de lanzar un producto o servicio permite analizar si éste es adecuado a las necesidades del público al que se dirige.
Además de estos pilares, es importante destacar que las distintas técnicas de esta metodología se deben desarrollar en un ambiente lúdico que fomente la creatividad de los participantes, ya que ésta es precisamente la “gasolina” del design thinking.
En próximos post analizaremos las fases del proceso de design thinking y las diferentes técnicas que se pueden llevar a cabo en cada una. Estas técnicas son principalmente de tipo visual y con un enfoque muy práctico, y cada una sirve para entender mejor alguno de los aspectos que influyen en cualquier proyecto que una empresa quiera acometer.
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