El fast feedback (literalmente “respuesta rápida”), se refiere a obtener una crítica u opinión acerca…
¿Alguna vez has sentido que tu éxito no es merecido? ¿Te has convencido a ti mismo de que tus logros no son más que suerte? Si te ha pasado y lo piensas a menudo, puede que estés sufriendo el llamado “síndrome del impostor”.
Este síndrome consiste en creer que todos nuestros logros son un fraude y que hemos conseguido llegar alto solo por casualidad. Es decir, es tener la sensación de ser un “impostor” respecto a los éxitos conseguidos por uno mismo.
También influye el temor a no ser tan bueno como los demás y a ser “descubierto” en el supuesto fraude. La escritora Maya Angelou describió muy bien cómo se siente quien padece este síndrome: «He escrito once libros, pero cada vez pienso que me van a descubrir de repente. Como si se la hubiese jugado a todo el mundo y me fuesen a pillar”.
Este síndrome del impostor puede deberse a varias causas que van desde diferencias salariales hasta estereotipos sexuales o una educación excesivamente competitiva y no es difícil sentirse identificado con alguno de sus síntomas. Laboralmente puede repercutir en el aumento de los niveles de estrés, una bajada en la productividad o la pérdida de oportunidades para avanzar profesionalmente.
Un estudio de la universidad de Salzburgo determinó que aproximadamente el 70% de los trabajadores sufre este síndrome en mayor o menor medida y que principalmente se da en las personas con mayor talento. La autora Valerie Young fue más allá en su libro “The secret thoughts of succesfull woman” y determinó cinco categorías para clasificar a los afectados por el síndrome del impostor:
- El perfeccionista: Aquel que se pone metas muy altas y que al no llegar a ellas se siente inseguro. Pueden volverse extremadamente controladores con su trabajo y tienen dificultades para delegar.
- El superhombre o la supermujer: Este concepto se refiere al hecho de sentirse casi como un superhéroe (laboralmente hablando). Aquel trabajador que necesita trabajar el doble de lo necesario para cubrir sus inseguridades. Serían los llamados “workaholics” y tienden a buscar una validación externa para sentir que su trabajo es bueno.
- El genio natural: En este caso, al igual que los perfeccionistas, los “genios” ponen unas expectativas irrealmente altas pero la diferencia está en que solo confían en su talento natural para conseguirlas, de manera que si no consiguen el mejor resultado a la primera, se desaniman. Asumen que si necesitan trabajar muy duro para conseguir algo, debe ser que no tienen talento para el trabajo en cuestión.
- El individualista gruñón: Solo cuentan los logros si los obtienen sin ninguna ayuda, completamente en solitario. La dificultad para trabajar en equipo puede dar muchos problemas a la hora de mantener un empleo y puede aumentar los niveles de estrés de quien lo padezca.
- El experto: Los que se encuentran dentro de esta categoría se sienten verdaderos impostores con respecto a su puesto de trabajo. Tienen miedo a ser expuestos y a no poder llegar al nivel que se espera de ellos. Para ellos cualquier pregunta que no sepan responder es una prueba de que son un “fraude” por lo que se esfuerzan en una continua y obsesiva adquisición de conocimientos.
El síndrome del impostor es circular, se alimenta de miedos e inseguridades y puede resultar complicado superarlo. Para romperlo hay que reforzar la autoestima del “impostor”, y una buena manera de hacerlo es ponerle en contacto con un mentor con más experiencia que haya pasado por situaciones similares. También es importante ser consciente del esfuerzo verdadero que se invierte en las tareas y que los fallos pueden ocurrir y tienen solución.
Ten en cuenta que no eres la primera persona que se siente así, de hecho a lo largo de la historia grandes personalidades de diferentes ámbitos se han sentido impostores, a pesar de que el resto del mundo reconociera su valía. La oscarizada Natalie Portman, la Doctora Margaret Chan (jefa de la OMS) o el actor Denzel Washington son tan solo algunas de las celebridades que han reconocido sufrir este síndrome.
Las empresas también pueden contribuir reconociendo los logros de los empleados con managers preparados para reforzar su autoestima.
¡No te desanimes! El síndrome del impostor tiene solución y el primer paso es reconocerlo. ¡Romper el círculo es posible!