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Hace poco recibíamos la noticia del fin de la neutralidad en Internet, pero… ¿Sabemos lo que realmente significa y que supone para las empresas?
La neutralidad de la red hace referencia al principio de que todos los usuarios de Internet deben ser tratados por igual, y tener las mismas posibilidades de acceder a la ingente cantidad de información disponible.
Esto implica que todos los agentes que hacen posible la red de redes, entre ellos operadores y administraciones, han de respetar dicha libertad y no pueden influir en el sistema, aumentando o disminuyendo la velocidad de carga o bloqueando contenidos.
Esta discusión, que ha surgido en EEUU y de momento no ha trascendido a Europa, tiene su base en la disputa entre proveedores de internet y las grandes empresas cuyo negocio se genera a través de la red.
La lógica de los proveedores es que si hay grandes empresas que consumen mucho más en infraestructuras que ellos crean y mantienen, deben pagar más. Además los defensores de rechazar la neutralidad de la red argumentan que esta norma ha reducido la inversión en innovación, y que en lo que respecta al usuario final éste podrá elegir un paquete u otro en función de sus necesidades.
Dicho de otra forma, sin la neutralidad en la red, un usuario pagará más o menos en función de a qué páginas acceda y el tipo de contenidos que consuma. Los proveedores de Internet podrán restar velocidad a los contenidos de sus competidores, bloquear ciertos contenidos a discreción y favorecer los contenidos de las empresas más grandes que puedan pagar por ello.
¿Y qué hay de las empresas? Si la neutralidad en la red desaparece también hay consecuencias para las ellas.
Para empezar, podríamos hablar de las startups tecnológicas o los pequeños e-commerce que basen su modelo de negocio en la red. Si hay otros actores en su sector con capacidad de llegar a acuerdos económicos con los principales proveedores de internet, su visibilidad y por tanto su viabilidad se pueden ver comprometidas.
Igualmente, las empresas basadas en la nube y en el Internet de las Cosas (IoT) también pueden verse afectadas si desaparece la neutralidad en la red, ya que los proveedores podrían hacer que el acceso a sus servicios fuera mucho más lento, si son competencia de otras empresas que sí tengan acuerdos con dichos proveedores.
Además, también hay una vertiente desde el punto de vista de la ciberseguridad. Las empresas utilizan los VPN (redes privadas virtuales) para mantener sus datos privados y seguros. Estas VPN son a las que, por ejemplo, se conecta un trabajador para acceder a los datos de la empresa desde fuera de las oficinas. Los VPN hacen la carga de datos más lenta, y si las pequeñas empresas han de lidiar con esto más el no poder competir con los gigantes de su sector en cuanto a velocidad de acceso, se puede dar el caso de que dejen de utilizarse estas redes virtuales en detrimento de la seguridad.
En resumen, el fin de la neutralidad en internet, si llega a extenderse, puede provocar que se amplíe la brecha entre las grandes y las pequeñas empresas a la hora de que los usuarios puedan acceder a sus webs.
Y tú, ¿qué opinas?