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Hoy queremos hablaros de un libro publicado en 1988 por Stephen R. Covey, un escritor norteamericano fallecido en 2012, que también destacó por su faceta de conferenciante y profesor.
Sin embargo, fue su obra “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” la que le catapultó a la fama a finales de los años 80 del pasado siglo. En ella Covey ofrece una visión holística e integrada, enfocada hacia cómo resolver problemas de tipo personal y profesional basándose en unos principios sólidos y éticos que además el autor considera atemporales y universales
Un libro plagado de útiles enseñanzas sobre temáticas como el liderazgo, el mentoring, la toma de decisiones o la gestión del tiempo, que ha vendido más de 25 millones de ejemplares en distintos países del mundo.
El objetivo principal que tiene la obra de Covey es mostrar a los lectores cómo liderar una organización o una familia basándose en unos principios que son válidos para todas las religiones y sistemas éticos. Se trata de uno de los libros más influyentes sobre gestión empresarial de todos los tiempos.
El libro está dividido en cuatro capítulos en los que Covey va desgranando los hábitos y principios que hay que seguir para alcanzar el verdadero éxito tanto a nivel privado como público.
En su primer capitulo, titulado “Paradigmas y Principios”, el autor va explicando en qué fundamenta sus tesis, y la forma en que tenemos que entender los paradigmas que dan origen a nuestras actitudes y creencias. En el segundo se centra en los hábitos y principios a seguir para lograr la “Victoria Privada”, al igual que en el tercer capítulo explica los de la “Victoria Pública”. En el cuarto y último capítulo Covey habla de la “Renovación” necesaria para mantener el equilibrio y la estabilidad ya conseguidas.
Pero, ¿cuáles son los 7 hábitos a que Covey hace referencia en su libro?
Índice de contenidos
1. Primer hábito: Ser proactivo
Con este primer hábito Covey nos recuerda la importancia de tener la capacidad de asumir nuevos retos basándonos en la libertad individual que todos tenemos como seres humanos. Como señala el autor, “un viaje de mil kilómetros empieza con el primer paso”, y ahí es donde se ha de ver reflejada nuestra proactividad.
En general, en las empresas se debe valorar la proactividad en positivo, pues una persona con estas características demuestra tener mayor libertad personal. En el lado contrario estarían las personas reactivas, las que dependen de factores externos y el comportamiento de los demás hacia ellos para sentirse y actuar de una forma u otra.
Una persona proactiva toma la iniciativa y reconoce su responsabilidad a la hora de hacer que las cosas sucedan. Actúa en lugar de dejar que los demás actúen por el.
Una buena forma de entender nuestro propio grado de proactividad consiste en tomar conciencia de cuáles son nuestras preocupaciones a todos los niveles, y actuar sobre aquellas sobre las que realmente podamos tener el control resolviéndolas con nuestra influencia. Es lo que Covey llama el “círculo de preocupación”.
2. Segundo hábito: Tener un fin en mente
En este hábito se trabajan una serie de principios ligados al liderazgo personal. Para comenzar a practicarlo, es necesario visualizar cómo nos gustarían que nos vieran las personas de nuestro entorno si un día desaparecemos. ¿Qué dirían? ¿Qué les hemos aportado? Con este ejercicio podemos llegar a comprender cuál es nuestro destino, y si estamos dando los pasos correctos para llegar a él.
En general, para tener claros nuestros objetivos, es necesario hacer las cosas dos veces. Una, en la que fijamos y planificamos cómo va a ser idealmente el proyecto que vamos a acometer, y la segunda es su realización efectiva. Se basa en la imaginación y la conciencia moral.
Al hilo de esto, el autor separa en dos creaciones diferentes el liderazgo de la administración, lo cual aplica en cualquier organización empresarial. El liderazgo va primero, ya que sin él ninguna organización puede desarrollarse correctamente, y trabajar de manera efectiva.
Para establecer ese fin que se ha de tener en mente cada uno debe enunciar su misión personal, en la que definirá los fines que persigue. Estas listas están marcadas por un centro que las determinará y que en cada individuo es diferente: la pareja, la familia, el dinero, o los principios a que hace referencia Covey durante todo el libro. Son precisamente las personas centradas en éstos últimos las que más posibilidades tienen de llevar una vida estable y equilibrada en los planos personal y profesional.
3. Tercer hábito: Establecer prioridades
Este tercer hábito, enunciado por Covey como “Primero lo primero”, está relacionado con lo personal, y consiste en la realización práctica de proactividad y tener un fin en mente, los dos anteriores. Es decir, poner en marcha de manera incesante la voluntad independiente de cada uno, basándose en los principios.
Esta voluntad independiente es lo que hace posible que nos auto-administremos de forma efectiva. Para poder llevarlo a cabo, es imprescindible organizar y ejecutar nuestras acciones estableciendo prioridades en las distintas esferas en que nos movemos.
Para ello podemos recurrir a la llamada Caja de Eisenhower, que sirve para organizar visualmente nuestras prioridades en función de su urgencia e importancia.
Para Covey, las personas altamente efectivas trabajan sobre todo en el segundo cuadrante de este modelo: lo no urgente pero sí importante. De esta forma puede ser coherente, mantener el equilibrio en su vida, ser flexible y aplicar todo esto a cada aspecto de su vida.
Otro aspecto a destacar en este punto es que una de las actividades que por sí solas más potencia nuestra fuerza es saber delegar en otros de manera efectiva, y poder centrarnos en alcanzar nuestros objetivos prioritarios.
4. Cuarto hábito: Pensar en ganar/ganar:
En este hábito el autor hace referencia a una serie de paradigmas que determinan la interacción humana. Cada vez que se produce un contacto entre dos personas, el resultado para ambas puede ser diferente: Ganar/ganar, gano/pierdes, pierdo/ganas, pierdo/pierdes, gano, y ganar/ganar o no hay trato.
En el primer paradigma, el de ganar/ganar, los acuerdos a los que llegan los individuos son beneficiosos para ambos, y no requiere que se excluya del éxito a nadie.
En el resto de interacciones, siempre sale alguien perjudicado, aunque a veces dependiendo de la situación puede ser mejor un paradigma u otro. Hay que saber identificar cada situación y aplicar el paradigma más idóneo para cada caso.
Covey esgrime que en realidad el paradigma ideal sería el de ganar/ganar o no hay trato, es decir, que si no se puede llegar a una solución que beneficie a las dos partes que están interactuando, lo más conveniente es disentir de común acuerdo y establecer que no se ha llegado a ningún acuerdo.
5. Quinto hábito: Primero comprender, después ser comprendido
Este hábito parte de un problema de base que es que en muchas ocasiones, cuando nos comunicamos con los demás, prescribimos antes de diagnosticar, es decir no entendemos las necesidades de los demás y por tanto nuestra respuesta no produce el efecto positivo que debería.
Para poder incorporar este hábito de manera efectiva a la realidad de cada uno, es imprescindible contar con la capacidad de la escucha empática. No sólo escuchar qué nos dicen, sino también comprender qué nos están queriendo decir.
Covey señala que normalmente estamos programados para responder a quien estamos escuchando en términos de evaluación (estamos o no de acuerdo), sondeo (en base a nuestro propio marco de referencia), consejo (en base a nuestra experiencia) o interpretación (explicar los motivos del otro).
Ser capaces de escuchar empáticamente lleva tiempo, pero quien lo consigue cuenta con la ventaja de poder interpretar rápidamente y a un nivel profundo lo que les sucede a los demás, y ser por tanto más efectivos en su relación con ellos.
6. Sexto hábito: Crear sinergias
Covey entiende la sinergia como la actividad superior de la vida, y el hábito que verdaderamente refleja todos los demás. Gracias a ellas se pueden crear nuevas alternativas para dar solución a problemas que de otra manera sencillamente no surgirían. Es la esencia del liderazgo transformador.
Gracias a la comunicación sinérgica las partes implicadas obtienen una mayor comprensión mutua, aprendizaje y desarrollo. En el entorno empresarial, la creación de relaciones sinérgicas es una poderosa fuente de experiencias que mejoran el desempeño de la organización a todos los niveles.
En el paradigma Ganar/ganar que veíamos en el hábito anterior, se pueden llegar a crear relaciones de tipo sinérgico que a largo plazo benefician ampliamente a todos los implicados.
Aunque también se pueden generar sinergias negativas cuando las personas tratan de resolver problemas y tomar decisiones en realidades interdependientes y centran sus esfuerzos en que esas sinergias perjudiquen a otros para reforzar su posición.
Por último, es importante es este punto tener en cuenta que para facilitar cada uno relaciones sinérgicas con los que están alrededor es muy importante tener la capacidad de valorar las diferencias de percepción entre uno mismo y los demás, ya que de opiniones similares poco desarrollo se puede conseguir.
7. Séptimo hábito: Afilar la sierra
En este séptimo y último hábito se hace referencia a los principios de auto-renovación equilibrada. Parten de la base de que todos tenemos cuatro dimensiones principales que determinan nuestra personalidad y la manera en que actuamos: la física, la social, la mental y la espiritual.
Lo que Covey llama el hábito de “afilar la sierra” se refiere a desarrollar y dar expresión precisamente a estas cuatro motivaciones, de manera constante y coherente, con el fin de ser efectivos.
Para llevar a cabo este proceso hay que trabajar en cada una de la dimensiones antes citadas. A nivel físico, se ha de cuidar el cuerpo, hacer ejercicio, preocuparse por la nutrición y controlar los niveles de estrés a que estamos sometidos. A nivel mental, es importante practicar la lectura, planificar nuestros proyectos, visualizar lo que queremos conseguir y también por qué no ponerlo por escrito. En la dimensión social, es importante ser empáticos con los demás, buscar sinergias en las interacciones y desarrollar individualmente la seguridad intrínseca de cada uno. Y en lo referente a lo espiritual, la clave pasa por tener claros cuáles son nuestros valores y estar comprometidos con ellos.
Éstos son los 7 hábitos de la gente altamente efectiva para Stephen R. Covey, que todos podemos aplicar a nuestra esfera personal y profesional para poder hacer frente a prácticamente cualquier dificultad que nos plantee la vida.
Para ello cuenta tanto la actitud como la aptitud, y sobre todo la voluntad de aferrarse y hacer propios una serie de principios y paradigmas que nos ayuden a desarrollar estos hábitos. Sin duda, una lectura altamente recomendable y reveladora.
Y tú, ¿Te has leído el libro? ¿Qué te ha parecido?