Solemos culpar a la tecnología de las distracciones y los errores que cometemos, que si…
“No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones”
Con esta frase, Steven Covey, autor de “Los siete hábitos de las personas realmente efectivas”, desmonta el famoso “Yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset y deja muy clara la importancia de saber tomar decisiones, no solo en el ámbito personal sino también (y en especial) en el profesional.
Tomar las decisiones correctas es un asunto que nos preocupa a todos. “¿Estaré yendo por el buen camino?” “¿Habré cometido un error?”. Son preguntas que nos hemos repetido a lo largo de nuestra vida, pero en el ámbito profesional tenemos que minimizar el margen de error en nuestras decisiones y no es una labor sencilla.
La tarea de tomar decisiones tiene que realizarse con calma para valorar todas las opciones, esto requiere de dos habilidades fundamentales: la predicción y el juicio. A continuación te explicamos los tres puntos esenciales que mejorarán tu habilidad para predecir los efectos de tus decisiones y evaluar su grado de idoneidad:
Índice de contenidos
1. Ser menos seguro
Puede que te suene raro este consejo, pues habrás escuchado muchas veces que las personas seguras son las que obtienen el éxito, pero el exceso de seguridad o confianza puede ser contraproducente a la hora de tomar decisiones. Es cierto que no es algo que le pase a todas las personas ya que depende de muchos factores como la cultura o la personalidad, pero un exceso de seguridad puede llevarte a cometer errores al considerar que tus primeras decisiones son las correctas y que no te puedes equivocar. Es muy improbable que las cosas ocurran exactamente como tu lo prevés.
La solución es muy sencilla, simplemente pasa por darse cuenta de que se está “pecando” de cierto exceso de confianza y ser más pragmático cuando se toman las decisiones, no se puede creer que por haber acertado una vez, se van a acertar todas. Tan solo tienes que darle alguna vuelta más a las decisiones que tomes y valorar todos los factores que puedan influir en ellas.
2. Investigar
El siguiente paso es investigar acerca de tu decisión, es decir, saber cómo han funcionado otras situaciones similares y ver cómo de frecuente es que ocurra lo que tu quieres conseguir con la decisión que vas a tomar.
Esto tiene que ver con la parte de predicción de la que hablábamos al principio del artículo. Por ejemplo, si estás pensando en montar una start up es importante que sepas los datos de éxito y fracaso de las start ups en el panorama empresarial actual y más concretamente en el sector en el que te gustaría empezar.
Al conocer esto, la parte de “juicio” también entra en juego ya que tienes que decidir si de verdad es conveniente tomar esa decisión y asumir los riesgos que esta acarrearía.
Como diría Sófocles: “Las decisiones rápidas son decisiones inseguras”, así que tómate tu tiempo.
3. Aprender probabilidad
Para poder aplicar los dos puntos anteriores sería muy conveniente tener conocimientos, aunque sean básicos, sobre probabilidad para así poder ver de manera numérica y más exacta estos datos. Usando datos cuantificables podrás tomar decisiones de manera más certera y reducir el margen de error que asumes al tomarlas.
También es importante tener en cuenta que cuando se trata de decisiones empresariales, además de tener muy en cuenta las probabilidades, es importante contar con un plan B o incluso un plan C.
En definitiva, es indiscutible que las decisiones que tomamos nos llevan por un camino u otro, con sus correspondientes consecuencias. Por ello, como diría el padre del management, Peter Drucker, “tomar buenas decisiones es una habilidad crucial en cada nivel”.
Seguir las tres reglas o pasos descritos en este artículo puede llevarte un tiempo, especialmente la tercera, pero valdrá la pena si quieres tomar decisiones más acertadas. Al fin y al cabo, nuestro camino estará lleno de bifurcaciones y saber hacia dónde ir tan solo depende de nosotros.
Mejor estar preparados, ¿no?