Las Smart Cities usan dispositivos que incorporan el Internet de las Cosas (IoT) en combinación…
Hace unos años, cuando se hablaba de las Smart Cities o ciudades inteligentes, lo primero que se nos venía a la cabeza eran futurísticas urbes con coches voladores y altos edificios, al estilo de la Nueva York de Bruce Willis y Milla Jovovich en la película El Quinto Elemento.
Sin embargo el futuro, al menos de momento, no nos ha traído aún ese tipo de ciudades, aunque el concepto de Smart City sí se ha desarrollado bastante y hoy podemos hablar de ciudades que aplican la tecnología a diversos aspectos de su día a día para ser más eficientes.
La combinación de tecnología e infraestructura y la capacidad de analizar los datos derivados de la actividad humana en las ciudades determina el futuro de nuestras urbes. Ciudades cada vez más seguras, saludables y eficientes en las que la automatización creciente de ciertos procesos redunda en el bienestar de quienes habitan en ellas.
El despegue del uso de datos para mejorar las ciudades ha tenido lugar a raíz del desarrollo tecnológico definido por la Transformación Digital. Como ejemplos, el desarrollo de la tecnología en la nube que ahorra costes de almacenamiento de datos, el machine learning que permite recoger datos que después pueden utilizar los técnicos para optimizar procesos, la evolución del IoT (Internet de las Cosas) que permite hacer seguimiento de zonas conflictivas, densidad de tráfico o niveles de polución, o la expansión de los smartphones y las apps conectadas a servicios de la ciudad que permiten a los habitantes monitorizar problemas y dar feedback de los mismos en tiempo real a las autoridades.
Aunque parece cosa del futuro, lo cierto es que en la actualidad ya existen algunos ejemplo de modelos avanzados de ciudad inteligente:
- Singapur: La ciudad-estado del sureste asiático ha sido una de las pioneras en el desarrollo de procesos para convertirse en una ciudad inteligente. Al amparo de un programa que denominaron como “Smart Nation”, la ciudad se ha convertido en un auténtico referente. Un gran laboratorio donde se prueban constantemente soluciones inteligentes a problemas de tipo urbanístico.Para ello se han implantado medidas como el acceso a Internet de alta velocidad en todos los hogares y oficinas, la instalación de sensores en apartamentos públicos que recogen información sobre el consumo eléctrico y de agua, o la generación de residuos. Esto permite ahorrar costes a los habitantes y mejorar la planificación urbanística a las autoridades. Toda la información recogida va a parar a la plataforma “Virtual Singapore”, donde el gobierno puede ver en tiempo real cómo funciona la ciudad y prevenir riesgos.
- Dubai: Como parte de la iniciativa “Smart Dubai” el gobierno de esta ciudad, en colaboración con varias instituciones gubernamentales, ha desarrollado más de 50 servicios inteligentes para sus ciudadanos a los que pueden acceder a través de la app Dubai Now.Gracias a esta app los ciudadanos tienen acceso a servicios como el pago automatizado de tickets, las facturas eléctricas, el registro de sus vehículos o el estado de sus tarjetas de crédito. Su objetivo, tal y como señalan en su página web, es hacer de Dubai la ciudad más feliz de la tierra mediante la innovación tecnológica.
- Barcelona: En nuestro país, Barcelona se encuentra a la cabeza de las ciudades más Smart. Ha instalado una gran cantidad de sensores de movimiento con el objetivo de practicar una “iluminación inteligente” de sus calles, en función de la hora y el tránsito de peatones y vehículos en un momento determinado, con el ahorro que supone. También los conductores tienen a su disposición un sistema que les permite conocer con exactitud dónde hay sitios libres y gratuitos para aparcar sus vehículos y reducir su consumo de combustible.
Como hemos visto, las smart cities ya no son cosa del futuro, y cada vez más desde los consistorios se invierte en tecnologías que hacen que la relación entre los habitantes de una ciudad y ésta sean más eficientes, ahorrando dinero y reduciendo la huella de la actividad propia de la urbe en el medio ambiente. En conclusión, una relación de la que todos se benefician.